Como en la Canción del Pirata, así se presenta un puente emblemático y con mucho significado: el puente sobre el Bósforo, el puente de Estambul (realmente Puente Boğaziçi).
Une Asia y Europa cruzando el estrecho que une el Mediterráneo con el Mar Negro. Une Oriente y Occidente. Une las dos mitades de Estambul. Une una misma ciudad que, durante siglos, estuvo dividida por culpa únicamente de un accidente de la naturaleza.
Y es justo que así una este puente. Porque puede que mucha gente escuche hablar de Turquía y piense en un país lleno de radicales islámicos (¿¿??), bombas, inseguridad y moros con turbante o, más bien, con peculiares gorritos rojos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Tengo la suerte de conocer un poquito este país y me encanta reconocer que le tengo mucha admiración. Y no es para menos.
Hoy Turquía es un país que está luchando por mantener la laicidad de su estado, dando una lección de respeto y convivencia. Pero no es la primera vez que lo hace. En este lugar donde hoy conviven árabes y cristianos, judíos, orientales y todo el que por allí quiera pasar, ya en el pasado, y en la misma ciudad de Estambul donde se encuentra este puente, respetaron los símbolos de Haiga Sofia (antes Basílica de Santa Sofía). Estos símbolos cristianos permanecieron intactos en sus paredes y techos tras la conquista de la ciudad, y así siguieron durante los cinco siglos que los musulmanes mantuvieron el poder de la antigua Bizancio. Hoy día, gracias a que estas personas respetaron las obras de arte que allí dejaron los cristianos, aún se puede disfrutar de preciosos mosaicos dorados con imágenes de Jesús, la Virgen y otros santos, junto a los inmensos medallones que proclaman el esplendor del imperio otomano y sus sultanes y escrituras santas bendiciendo el nombre de Allah.
No me extraña, que Haiga Sofia sea ahora una de las candidatas a ser elegida una de las nuevas 7 maravillas del mundo. Representa, además de una hermosa arquitectura que ha sobrevivido a los años siglos milenios y las invasiones, una extraordinaria muestra de respeto, en un país donde, como ya he dicho, se continúa luchando por mantener ese respeto y convivencia.
El puente sobre el Bósforo es más que un magnífico puente para el tráfico, es el símbolo de unión entre culturas, continentes y religiones a través del respeto.